Siglos antes de que aparecieran las computadoras existía ya lo que hoy día llamamos tecnología musical. La tecnología en la esfera musical no es más que la aplicación del conocimiento técnico al desarrollo de la capacidad expresiva del sonido. A lo largo de la historia, la tecnología musical ha incluido la ciencia organológica así como el perfeccionamiento de la notación musical. Hay que recordar que la música no es solo un fenómeno auditivo sino también es un fenómeno visual. Los músicos hacemos música no solo escuchando sino también mirando, ya sea a otro músico tocar, a las notas en una partitura, o a la pantalla de una computadora mientras intentamos interactuar con un software.
Trátese de una laptop o de un par de maracas como instrumento, lo cierto es que la tecnología de la música mucho depende de su representación visual en dos dimensiones. Es precisamente esta dependencia lo que ha preocupado a Manuel Alejandro Rangel durante varios años. Y es por esto que, en las páginas que siguen, el maraquero, guitarrista y compositor venezolano presenta al mundo su insólita respuesta a esta preocupación. Se trata de un método para desglosar y representar visualmente la práctica interpretativa de las maracas venezolanas siguiendo un sistema adecuado a la técnica autóctona del instrumento, factor que suele transmitirse por tradición oral y no por escrito. A través de este nuevo método, Manuel Rangel sintetiza una práctica instrumental que superficialmente aparenta ser un mosaico arcano de gestos rítmicos para convertirla en una secuencia de movimientos relativamente sencillos pero muy precisos que se rigen por una coreografía totalmente lógica.
Hay que estar claros: este método es la creación de un músico sensible que habita el mundo del maraquero y posee la lógica de un ingeniero. Solo un individuo con estas características es capaz de darse cuenta de que las llamadas “maracas” no es UN instrumento sino que son DOS instrumentos, a los cuales se les pide tocar ritmos independientes, pero entrelazados en continuo contrapunto. Es así como Manuel Rangel entendió que la notación de este contrapunteo tiene que obedecer su realidad organológica, haciendo imprescindible el bigrama como opción práctica y sumamente idiomática de escribir la gestualidad de las maracas.
Al independizar cada una de las dos taparas que conforman las maracas, y a la vez consolidar en solo cinco movimientos y varios enlaces el entendimiento del amplio repertorio gestual del maraquero contemporáneo, el autor nos regala lo que podríamos llamar la teoría del idioma de las maracas venezolanas, concientizándonos a través de este regalo sobre la existencia de una gramática que siempre ha fundamentado este idioma.
Así como Guido de Arezzo impulsó en el siglo XI la tecnología musical al enseñarnos un método sencillo de “solfear” canciones como nunca antes se habían cantado, diez siglos más tarde Manuel Rangel también impulsa la tecnología musical al enseñarnos un método sencillo de escribir e interpretar composiciones inéditas que exigen maracas en sus plantillas instrumentales. Es precisamente en el contexto de una obra contemporánea con protagonismo de las maracas que me he visto mínimamente involucrado como partícipe de este avance tecnológico del siglo XXI. Gracias a que Manuel Rangel se vio ante el reto de descifrar la parte solista de mi concierto para maracas y orquesta, hoy me encuentro escribiendo el prólogo de este método que estoy seguro ayudará a reconciliar la visión musical del compositor contemporáneo y la técnica endógena de las maracas venezolanas.
Considero que es una enorme suerte poder vivir este proceso y constatar que los avances tecnológicos a lo largo de la historia de la música no ocurrieron como resultado de caprichos artísticos, sino más bien como respuesta a deficiencias o necesidades interpretativas.
Por último, es importante mencionar que confío en que este método no sea interpretado por sus lectores como un llamado a imponerle el yugo de la notación musical a un lenguaje que ha existido perfectamente bien como tradición oral. Más bien es mi esperanza que este método sea interpretado como una propuesta para liberar al lenguaje de las maracas de las limitaciones que el mundo estrictamente auditivo le impone, agregándole otra dimensión por medio de la cual intérpretes, musicólogos y compositores puedan acercarse a este lenguaje de una manera más íntima y fidedigna.
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