Este trabuco o pequeña representación del enorme contingente de jóvenes que forman parte del circuito musical urbano en la actualidad, nace en la capital de Venezuela, a mediados del 2010. Los convocados, sin más pregunta que dónde es la cosa, asistieron al encuentro y gracias a ello ahora Ud. y yo podemos disfrutar de la maravillosa música de esta experiencia colectiva. La única regla de Joropo Jam es tocar joropo y, al menos en este primer capítulo, hacerlo sin pretensiones de marcar patrones, imponer tendencias, gustos o hablar de innovación o modernización. A los músicos exclusivamente se les pidió que tocaran joropo de la manera como a cada uno le gusta hacerlo, sin importar tiempo, estilo o instrumentación. Por eso al escuchar sus interpretaciones, nadie debe extrañarse por la diversidad de colores, timbres y formatos que encontrará, y por ello también, en las notables diferencias entre tema y tema. Sucede, y finalmente hay que aclarar, que Joropo Jam no es un grupo como tal, es más bien el retrato sonoro de lo que podría ser cualquier noche de encuentro y descarga entre nuestros músicos, una de esas ocasiones en las que el tiempo se les va tocando e improvisando su música predilecta. Joropo Jam es una fiesta y todos somos sus invitados. Razón por la que recomendamos a quien lo escuche que se entregue a sus sonidos sin ideas preconcebidas, ni prejuicios, y que así deguste una a una las sorpresas musicales que depara cada tema. Por todo esto, mal podríamos pretender que Joropo Jam resuelva el dilema de si Caracas tiene o no un joropo. A estas alturas seguramente la cosa se trata más bien de compartir nuestra convicción de que el joropo de nuestra ciudad es, probablemente, la suma maravillosa de todos los joropos que habitan el país. Por eso esta propuesta y, por eso, nuestro deseo de que cada quien saque sus propias conclusiones.
Alejandro Calzadilla